“Ya se van, van, van
los fantasmas pequeñitos,
ya se van, van, van,
otro día volverán.”
Al regresar a estas oficinas después de
tanto tiempo el ambiente se sentía extraño, se sentía cierta melancolía, cierta
tristeza y extrañeza, las oficinas no eran las mismas, nada era lo mismo, es
más ni siquiera mi horario era el mismo. Dentro de toda esa extrañeza empezaron
en radio pasillo un comentario de que se aparecía una niña con un par de
muñecas, era extraño lo sé, eso existe en casi todos los lugares de trabajo,
pero aquí al parecer era real, a varios compañeros ya se les había aparecido,
yo siempre había dicho que depende como tengas la conciencia es como suceden
las cosas.
Un viernes eran las 9 de la noche, era
el último en la oficina, las luces fallaban un poco, a veces se apagaban y
tardaban en encender también otras veces tildaban, pero yo estaba absorto en mi
trabajo, leyendo y releyendo esos documentos que no podía encontrarles
coherencia, me sentía cansado mentalmente así que lo que hice fue pararme para
tomar un poco de agua fría, aproveché para caminar poquito sobre el
departamento, acomodaba una silla mal acomodada, hasta que de pronto sentí que
me jalaban de mi chamarra, recordé la historia que decían mis compañeros, me
quedé congelado, solo inhale de manera fuerte y bajé la mirada, ahí se encontraba
la niña, era una pequeña de unos 5-7 años, con dos muñecas una en cada mano,
los ojos se le veían vacíos, tristes pero vacíos, estaba mugrosita como si
tuviera varios días sin bañarse, cuando me dijo “¿Jugamos?” solo sonreí
un poquito y le dije “Sí, seguro que sí” nos sentamos en el piso y
empezamos a jugar con las muñecas.
Todo se remonta en aquel ultimo
temblor fuerte que vivió esta ciudad, de la fecha prefiero no recordar, ese día
lo recuerdo claro. Toda la vida se me había hecho tarde y esta vez no era la
excepción, primero no encontraba las llaves de mi carro después de media hora
las encontré y después no encontraba las llaves de mi casa, si podría salir
pero de regreso tendría que pagarle a Don Pedro que era el cerrajero de la
colonia, ese viejo conocido que incluso ya me daba precio preferencial por la
cantidad de veces que lo contrataba, después mi billetera era la que no
encontraba, incluso pensé seriamente en no ir a trabajar ese día ya que lo mas
seguro que me iban a descontar pero tenía que llegar a mandar un reporte para
que me pagarán mis comisiones, con 45 minutos de retraso iba llegando, justo
cuando me bajé del carro me tambalee por unos pasos, el tiempo se empezó a ver
en cámara lenta, veía la gente abrazarse de los postes o de algo que estuviera
fijo, después de 10 segundos empezó a sonar la alarma sísmica, todo pasó en cámara
lenta, los autos se movían, la gente se movía, los edificios se movían, todo
fue tan rápido aunque fue en cámara lenta, todo era un caos, todo fue gritos, desesperación,
llorar, aunque también hubo hermandad, unión y mucho cariño por parte de la
sociedad, regresando al tema el edificio donde estaba había colapsado, hubo
varios fallecidos ese día, oficialmente eran 5 personas pero de forma
extraoficial rebasaba los 20, entre ellos estaba Patito, la niña que pedía que
jugaran con ella.
Fue extraño compartir ese momento con
Patito, lo que me cuesta trabajo es poder comprender como es que las personas
no quieren jugar con ella, no entiendo porque le temen a una niña, bueno a una
niña fantasma, aunque también tuve una duda ¿Se habrá dado cuenta que yo también
soy un fantasma?
Me encantó 👌🏼
ResponderEliminarUn gusto que estés por estos lares dando vida.
EliminarRecibe un abrazo con aroma a café.