Ven, vamos a jugar pero no hables

 “...Viajo en tu cuerpo sin pasaporte, 

quiero quererte como deporte…”

Desde que era niño me encantaban las historias de terror, bien recuerdo como le pedía a un tío a que me contará las historias que le habían pasado, también me gustaba mucho escuchar un programa de radio llamado “La mano peluda” que lo conducía Juan Ramón Saenz, era un programa dónde la gente hablaba para contar sus historias de lo paranormal, era tanta mi afición a ese programa que me compré un radio portátil con auriculares para poderlo escuchar cuando salíamos de casa y cuando lo escuchaba en casa ponía un cassette a grabar para escucharlo al otro día al volver del colegio, me encantaba leer libros dónde hablará de historias de terror, había uno de “Escalofríos” que era mi favorito, debo de aceptar que buscaba cualquier pretexto para hablar de esas historias de terror y rogaba que algún día yo fuera uno de los protagonistas de esas historias.

Es complicado no poder recordar muchas cosas sobretodo cuando uno juega, me acuerdo mucho cuando jugaba con Pedro, el hijo de Doña Tencha y Don David, Pedro era un niño muy travesuriento, se la pasaba tirando cosas, rayando las paredes y aventando cosas para llamar la atención, no me gustaba mucho jugar con él porque me terminaban regañando a mi sin deberla ni temerla. Hubo un día que jugando con Pedro dio un balonazo y tiró una imagen religiosa la cual al caer se hizo pedazos, recuerdo bien la cara de Doña Tencha al ver hecha añicos la figura religiosa, sin pensarlo dos veces se quitó una chancla y con una furia terrible en los ojos le dio 10 chanclazos en el trasero a Pedro, la señora estaba cegada por la ira, no escuchaba las suplicas de Pedro quien le decía que quien había roto eso había sido yo y no él como en verdad sucedió, pero su madre no paraba de pegarle incluso parecía como si le gustará sentir el como chocaba su chancla con el trasero de su hijo.

A partir de ese día a Pedro lo empezaron a llevar al psiquiatra e incluso estaba medicado y cada vez jugabamos menos, él se la pasaba la mayor parte del tiempo solo viendo a un punto fijo, cuando no se tomaba el medicamento si jugabamos como antes pero en cuanto se lo tomaba pareciera que no tenía ni ganas de vivir, así fue durante tres meses, después sus papás lo llevaron a casa de una tía, ahí lo veía muy poco, casi no lo dejaban jugar y se la pasaba encerrado en un cuarto pequeño, Pedro no tenía ganas de comer, ni de jugar, ni de nada, era cada vez mas extraño, a veces si hablábamos pero no por mucho tiempo hasta que lo mandaron a una clínica, bueno le llaman psiquiátrico ahí en verdad me dolía verlo ya que él no era feliz, cuando lo visitaba me hablaba en voz baja, si jugaba conmigo primero volteaba a ver a todos lados y después me decía en voz bajita “ven, vamos a jugar pero no hables, aquí todos piensan que yo estoy loco, incluso dicen que tu no existes, me dan estas pastillas para comerlas pero si las como ya no te veo, por eso a veces no me las como para que vengas conmigo a jugar, nadie quiere jugar conmigo mas que tu, aparte yo no quiero dejarte de ver, has estado conmigo siempre, nunca me has abandonado y espero nunca lo hagas, ven acercate traje el radio para escuchar la mano peluda pero shhh no le digas a nadie”.

Aunque no lo crean la primera vez que Pedro me dijo eso yo pensé que en verdad si estaba loco pero después me di cuenta que nadie podía verme mas que Pedro, creo que por mi culpa él estaba encerrado en ese lugar, estuve pensando en alejarme de él pero después recordé que si seguía vivo era gracias a él, ya que era el único que me hacía caso y que me recordaba.